lunes, 4 de enero de 2010

20 pesos

La noche del sábado pasado acudí a encontrarme con algunos amigos en un restaurante que está al costado de la Plaza San Jacinto, en San Ángel. Sorpresivamente, al acercarme a la plaza sobre el empedrado, había poca afluencia y mis esperanzas por encontrar un lugar para estacionarme se incrementaban conforme avanzaba hacia mi destino. Identifiqué el lugar de encuentro y me estacioné. En unos segundos un hombre se acercó diciendo. "Ahí está bien, joven". Eso ya lo sabía, pensé. Saqué una mochila y vuelve a dirigirse a mí: "Son veinte pesos del estacionamiento, joven". ¿Por qué, si estoy estacionándome en la calle? Volví a decir para mis adentros. Le pedí una identificación, porque recuerdo que hace algún tiempo el gobierno del DF declaró que credencializaría a los franeleros "autorizados". Me dijo que la tenía en otro lugar y que me la traería enseguida. Se fue por unos instantes y regresó mostrándome una copia enmicada de su credencial de elector, o sea que cualquiera podría llegar exigiendo dinero a cambio de nada... Finalmente le di 20 pesos, motivado por todas esas historias que he escuchado sobre rayones que aparecen misteriosamente después de que uno se niega a pagar la extorsión. Y el gobierno, ¿dónde está? En esta ciudad al menos, cualquier persona puede adueñarse de una parte de la vía pública para explotarla económicamente, ¿y? Estoy conciente de la enorme economía informal generada por el desempleo, la pérdida de poder de compra sostenida por lustros, pero también por la falta de presencia del gobierno, en cualquiera de sus formas. Ni siquiera se logra ser el "estado policía" que las políticas neoliberales proclaman. Ni una cosa ni otra. Mientras tanto, se transfieren esos costos a otras personas, que como yo, simplemente quería estacionarme para ir a encontrarme con mis amigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario