martes, 8 de diciembre de 2009

Virgen de la Concepción

Anoche estaba recostado sobre mi cama donde caí dormido sin taparme. Estaba teniendo un gran sueño, de esos llenos de melancolía y ficción. Me encontraba en la casa de Aledi, esperando a un amigo en común. Ella se veía muy bien, vestida con mallones negros y un vestido verde, floreado. Finalmente llegó el extrañado amigo, Paco. Nos saludamos todos, después de lustros de no repetirse la combinación de amigos y nos dirigimos a nuestro bosque (así le llamo al bosque de Los Dinamos, porque desde niño siempre fuimos felices ahí) a encontrarnos con otra amiga cuyo nombre no recuerdo. Francisco se comportaba dubitativamente sobre darnos o no a conocer algún secreto terrible. Finalmente él y la otra amiga anónima se fueron por alguna vereda, con un rumbo cuyo destino yo desconocía. Después de un tiempo tan largo como varias horas, regresaron con una especie de caja plástica de colores gris y rojo con el contorno de la "A" de la anarquía científica. Paco la abrió, dispuesto a mostrarnos su verdad. Después de años de estar guardada, en la caja vivían animales de apariencia prehistórica, parecidos a trilobites terrestres de varias pulgadas, que él quitaba con sus manos protegidas por guantes negros. Lo que estaba en la caja fue tan terrorífico como lo que sucedió después. Era material radiactivo. No entiendo qué tenía que hacer ese material en esa caja, en nuestro bosque, y peor aun, bajo el resguardo de Paco. Sin embargo, la realidad se mezcló con la ficción al escuchar el estruendo de algo que parecía un gran serrucho tratando de abrir la puerta de mi casa, en la madrugada. Se escuchaba como si un monstruo o - inclusive más terrible- un asaltante quisiera entrar a mi morada, evidentemente con no buenas intenciones. El ruido venía de la puerta inferior, era repetitivo e insistente. Salí intempestivamente de mi sueño hacia una realidad que no me asustaba menos. Tomé mi lámpara maglite como la toman los policías, por la cabeza de la misma para poder asestar algún golpe a un intruso, pero con la impotencia de saber que si el ladrón estaba armado, no podría hacer nada. Me acerqué sigilosamente a la puerta, me asomé por la ventana y no detecté nada. La abrí y le silbé a Alfil, mi perro, quien en unos segundos vino a mis manos espantado. No había sucedido nada. El gran monstruo, el serrucho insistente era el mismísimo Alfil que quería entrar a causa de los estruendosos juegos pirotécnicos que algún seguidor inconciente de la virgen de la Concepción lanzó a la 1:14 de la mañana sin importarle la paz de los perros y los humanos y que causó que perdiera mi gran sueño.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Angeles, felicidades!

El día de ayer mi queridísima amiga Angeles (escribo su nombre sin acento porque ella así me lo pidió) hizo y aprobó satisfactoriamente -como era de esperarse, sin duda alguna- su examen profesional para obtener el grado de maestra en ingeniería. Se especializó en Optimación Financiera!! Quiero compartir esta noticia porque me da muchísimo gusto por ella. Se lo he dicho varias veces y ahora lo hago más "públicamente" (gracias a ustedes, los que me leen, sé que son pocos pero agradezco su atención al hacerlo): ella es de esas personas que uno conoce pocas veces en la vida con muchas virtudes difíciles de encontrar por separado y más aun todas juntas en una sola persona. Angeles, te quiero y te felicito!!! Enhorabuena! Toda mi admiración por ti!

martes, 1 de diciembre de 2009

Egoísmo estúpido

Ayer surgió el tema del egoísmo en una conversación con una amiga. Creo que todos somos egoístas y más aun, debemos serlo por el bien común. En primera instancia esto podría leerse como algo controvertido. Sin embargo, creo que debemos hacer la distinción entre al menos dos tipos de egoísmos. El egoísmo estúpido y el egoísmo inteligente. Comentaba con mi amiga que el egoísmo inteligente sería aquel que busca el bien personal, pero cuidando la sustentabilidad de las relaciones, no obteniéndolo a costa de los demás o "sin dar nada a cambio". Me refiero no necesariamente a cuestiones materiales, sino también a cariño, afecto, amor, respaldo moral, intercambio intelectual, conocimiento, compañía... En todas las relaciones sustentables se crea una suerte de simbiosis que permite la posibilidad de alargar indefinidamente la amistad, el amor, el negocio o cualquier otro tipo de relación. En cambio, un egoísta estúpido es por ejemplo el conductor del camión que me topé en la mañana. En un cruce el camión estaba delante de todos. El semáforo marcó el verde pero el camión no avanzó porque algunas personas le hicieron la parada. De esta manera el camionero impidió que los demás avanzáramos, atacando los nervios en muchas personas. Causó externalidades en las demás personas: gasto innecesario de combustible, contaminación auditiva y coraje en muchas personas, todo con tal de subir algunos pasajeros. Ejemplos de este tipo de egoísmo abundan en nuestro país desgraciadamente. Creo que en la medida en que estemos concientes del egoísmo y de la transferencia de costos que a veces hacemos sin siquiera darnos cuenta a nuestros amigos podremos ser mejores personas. Sentido común a final de cuentas.