jueves, 17 de junio de 2010

Voluntades

Ya tenía mucho tiempo que no escribía en el blog. Soy un entusiasta de esta onda bloguera porque encuentras cosas súper interesantes, puntos de vista de personas comunes y corrientes como yo, o información que no puedes encontrar en otro lado. Por ejemplo una vez compré una carta topográfica del INEGI que mide como 80x80 centímetros y no sabía cómo doblarla. Busqué en Google "cómo doblar cartas topográficas" y encontré un blog de una persona que se había tomado el tiempo de explicar con lujo de detalle y además con fotografías, la técnica de cómo doblar una carta topográfica. Sigo cotidianamente algunos blogs, como el de una chica que es muy buena en temas de finanzas personales, siempre he estado totalmente de acuerdo con sus puntos de vista y criterios o como el de Beto, con su ingenioso sentido del humor que más de una vez me ha matado de risa o el de mi amigo Davor que siempre tiene información interesante sobre tecnología, computadoras y otras cosas. Creo que tener pero sobre todo mantener un blog es una excelente oportunidad para expresarse, dialogar con una audiencia que a veces es poca, pero cuya existencia te fuerza a darle una estructura más coherente a tus pensamientos. Nada que ver con la actitud exageradamente pasiva que un usuario de Facebook tiene normalmente, ya que esa plataforma hace prácticamente todo por ti. Además, en mi caso, tener un blog se ha vuelto una especie de diario, en el que voy contando y compartiendo reflexiones o experiencias interesantes que me suceden. Al respecto, y dando un giro brusco y oscuro a esta entrada, he pensado algo, motivado por algo que viví hace poco más de un mes. Un amigo cercano de la familia murió inesperadamente. Tenía 58 años. No he acudido a muchos funerales en mi vida, pero el de esta persona fue diferente a la mayoría. No hubo rezos, ni rosarios, apenas hubo una misa y todo transcurrió discretamente, con las obvias emociones de dolor, incredulidad, solidaridad, tristeza... Me puse a pensar en varias cosas. En primer lugar en la necesidad imperiosa de que todos tengamos contratados los servicios funerarios para cuando muramos, ya que esto es un futuro seguro, a menos de que en el mediano plazo se hiciera realidad lo planteado en esa inolvidable película japonesa que ha sido la que más me ha impactado en toda la vida (hay que aclarar que yo tenía como 5 años cuando la vi) llamada Galaxy Express 999. Luego también me hizo pensar en cómo me gustaría que fuera mi funeral. Esto ya lo había comentado alguna vez con algunos amigos. Me gustaría que fuera con ninguna imagen religiosa, nada de rosarios, nada de oraciones, nada de misas. Sin embargo me gustaría que en algún momento en que la afluencia se maximice, cada uno de los asistentes cuente alguna breve anécdota que haya vivido conmigo. Después me puse a pensar si es ocioso dejar explícitas estas voluntades, cuando uno estará muerto y lo que pase con el cuerpo o con la memoria que las personas tengan de uno es absolutamente intrascendente. ¿Será egoísta expresar una voluntad de este tipo cuando tal vez algunos familiares busquen consuelo en la figura de Dios y todo esos protocolos? ¿O será que es una satisfacción mientras se permanece vivo? Peor aún, ¿los familiares respetarían esas voluntadaes iconoclastas o simplemente las ignorarían, "sabiendo" que mi alma ha estado "perdida" y rogando a Dios por redención? Así que si en algún momento muero y tú lector leíste esto, por favor imprime esta entrada y entrégala a los responsables de mi funeral . Y aclaro, no tengo planeado morir pronto!! Hay muchas cosas hermosas que vivir, muchos paisajes que recorrer, muchas personas que disfrutar.

2 comentarios:

  1. Bueno, no creo llegar a tanto como para imprimirla, gastas tinta. Pero lo recordare por si estoy cerca, de hecho te deseo una muerte rapida y sin dolor, nada de enfermedades cronicas que tanto están de moda.

    Saludos

    ResponderEliminar
  2. yo tampoco la imprimiría, vivo muy lejos y confío en que alguién mas lo hará

    ResponderEliminar