martes, 29 de junio de 2010

Intolerancia

Escribiré esta breve entrada sin hacer esfuerzo alguno por argumentar sólidamente, casi de forma académica de lo que diré a continuación, aunque creo que sí es posible hacerlo sin invertir un tiempo excesivo.  Así que por favor tómese sólamente como una postura personal, un poco polémica y pido disculpas de antemano si alguien se siente ofendido, en cuyo caso exhorto a una reflexión sobre la razón para sentirse así. Hace poco tiempo tiempo una persona muy querida me dijo que no puede estar cerca de mí porque "no compartimos el mismo deseo espiritual" (actividades  y posturas religiosas). Quien me conoce de cerca sabrá que pienso en general que las religiones y las prácticas religiosas empobrecen a las personas y a los pueblos. Para mí, no hay lugar a dudas respecto a que un mundo ideal y utópico prescindiría de religiones y reeemplazaría las iglesias por bibliotecas y escuelas que además de los aspectos científicos, técnicos, artísticos y sociales,  inculquen principios éticos acordes a los tiempos corrientes. Sin embargo, soy tolerante, respetuoso y comprensivo con las creencias religiosas de las personas -sugiero la lectura de "La Puta de Babilonia" de Fernando Vallejo-. Lo que sucedió con esta persona me confirma una vez más que las religiones, además de ser un instrumento político y económico maravilloso (¿Qué otra empresa logra que los mismos clientes compren ellos mismos el activo fijo para venderles servicios? ¿Qué otra institución además de las autoridades deportivas como la NBA, la FIFA, etcétera logran aniquilar la capacidad crítica de los miembros?) han sido históricamente causas de muerte, odio, división entre las personas y los países y al respecto invito a revisar cualquier libro de historia universal o mexicana. Es cierto que las relaciones  amistosas, amorosas o de cualquier género se decantan de forma que uno acaba con personas afines a uno, pero cuando explícitamente se dice "no puedo estar cerca de ti porque diferimos en nuestros deseos espirituales" se puede hablar de discriminación, tal cual. Me siento discriminado de cierta manera... Para terminar, creo también que un mundo en camino hacia el ideal el hablar de colores de piel, religiones, preferencias sexuales ya ni siquiera sería tema. Sería como cuando alguien compra una paleta de limón o de grosella... ¿A quién le importa? ¿Por qué concentrarse en eso y no en la ética cotidiana?

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