miércoles, 14 de julio de 2010

Parque Nacional El Chico, Hidalgo

Este fin de semana, contra todos los malos pronósticos de tiempo, fuimos al Parque Nacional El Chico, en Hidalgo. Está más cerca de lo que pensaba. Sólamente hace falta avanzar aproximadamente media hora desde Pachuca y se entra en un ambiente totalmente distinto: bosque muy verde y denso, que contrasta con el medio un poco desértico que rodea a la capital de Hidalgo. Hay que seguir los señalamientos  y se entra en el parque nacional. Puede visitarse una pequeña laguna que está unos cuantos minutos y muchas curvas después de la entrada, numerosos campamentos, o para quien quiere hacer una caminata, puede llegar al Centro de Visitantes, donde hay baños, estacionamiento y unos guardabosques que informan sobre lo que puede hacerse, explicando un enorme mapa pintado en un muro de la cabaña del Centro. Le contamos a uno de ellos qué queríamos hacer y nos ayudó a trazar una ruta para aproximadamente 5-6 horas, teniendo como primera meta la Peña La Muela, que les muestro en las siguientes fotos. 


La segunda meta fue imposible de alcanzar ya que el mapa de veredas que nos había mostrado nuestro amigo guardabosques poco tenía que ver con la realidad, no encontramos ese camino que nos llevaría a otra peña y finalmente al mirador del cuervo. Así que nos orientamos por un mapa que conseguimos en el sitio oficial del parque  y por unas brújulas, pero simplemente no encontramos el camino correcto a la meta, así que terminamos de nuevo en la carretera que lleva al pueblo Mineral del Chico, después de unas cuantas horas de caminata. Tomamos una van pública que va de Pachuca a ese pueblo y nos bajamos en la entrada para después caminar hacia el mirador del cuervo. "20 minutos", "1 hora" caminando, fueron las dos versiones que nos dieron. Ninguna resultó cierta después de caminar 45 minutos de subida y de que una familia nos ofreciera un aventón en la caja de una pick-up que duró como 20 minutos a buena velocidad (tal vez porque el conductor estaba emocionado con su cerveza). Pasamos un pueblito cuyo nombre no recuerdo para adentrarnos de nuevo en el bosque, que me recordaba muchísimo a mi querido bosque de los dinamos. Como ya teníamos el tiempo encima, (eran aproximadamente las 4:30 y posiblemente había que caminar un buen tramo para regresar), decidimos simplemente subir a una peña que estaba muy cercana y bajar rápidamente, para no arriesgarnos a la lluvia o a la oscuridad. 



El regreso fue más fácil de lo planeado, puesto que en ese último pueblito tomamos una van que nos llevó hasta el centro de visitantes por el camino que por cierto puede fácilmente provocar mareos.  Como ya todos teníamos hambre, fuimos a Real del Monte, que está cerca, a no más de 30 minutos. La neblina, la lluvia y el frío fueron característicos en ese lugar, pero no impidieron que compráramos los obligados pastes y que yo comiera unos escamoles (hueva de hormiga). 


Fue un paseo satisfactorio, divertido y enriquecedor. Además está muy cerca del DF!